Mundial femenil, ¡cómo te hemos llorado!
El Mundial Femenil de Australia y Nueva Zelanda 2023 nos ha mostrado esta nueva y liberada forma de disfrutar al llamado deporte más hermoso del planeta. Desde el segundo en que las jugadoras pisaron la cancha, escuchamos los himnos y las miramos a los ojos… empezamos el juego contra las primeras lágrimas.
Spoiler: ellas ganaron siempre
Ganaron cuando fuimos testigos de la primera anotación de Panamá en la historia de los mundiales femeniles. Ese cobro de tiro libre de Marta Cox que descendió en la red francesa y que dejó boquiabiertas a más de 40 mil personas reunidas en el estadio de Sídney. Marta lloraba con las palmas hacia el cielo para que su mamá supiera que había logrado su sueño de niña: jugar un mundial y ser una futbolista profesional a pesar de las dificultades.
Y nosotras lloramos con ella
Marta Vieira da Silva, la legendaria futbolista brasileña nos lo advirtió desde Francia 2019: “No tendrán para siempre una Formiga, Marta, Christine”. Cuatro años después le dijimos adiós a las seis veces mundialistas y a leyendas como Estefi Banini y Alexandra Popp, para dar paso al futuro del futbol femenil… con Linda Caicedo, Chole Kelly o Salma Paralluelo.
La espectacularidad de Zećira Mušović nos hizo cerrar los ojos para contener las lágrimas. En Melbourne y Eden Park, la guardameta sueca atrapó la insistencia de la generación dorada de Rapinoe y Morga. Con sus guantes impidió que el relevo generacional de las Nadeshiko avanzara.
La sorpresiva despedida de las últimas campeonas nos hizo encontrarnos con distintas emociones como la tristeza o frustración. Asimilamos su pérdida cuando entendimos que se jugaría una final inédita.
España encendió dos veces su furia para ser la primera selección invitada a la última fiesta mundialista. Las locales también querían asistir y ganar en casa. Dejaron el corazón en la cancha hasta intentarlo, pero las oportunidades de igualar el marcador se quedaron en el travesaño de Mary Earps.
Australia perdió y aún así ganó el apoyo de todo el país. “Con suerte esto es el comienzo de algo bueno”, reflexionó Sam Kerr, lideresa de las Matildas, en ellas las infancias (re)conocieron a referentes e ídolas femeninas, a las que les escriben carteles, piden sus camisetas o dan la mano al salir del túnel.
Las Matildas todavía podían ser premiadas en casa, porque el juego por las medallas de bronce se jugó en Brisbane contra Suecia, una selección que ya estaba cansada de acabar llorando en cada gran torneo, confesó la capitana Asllani, autora del 2 a 0. Con este resultado acabaron llorando, pero de alegría por ganar la cuarta presea del tercer lugar.
Llorar viendo el mundial femenil
Lloramos al ver la perfecta posesión del balón. Derramamos lágrimas cuando un cambio de juego a la banda izquierda le permitió a Mariona conducir el balón para dar un pase a Carmona, y al ras del césped poner el único gol que venció a las Leonesas.
España ganó y nosotras lloramos con ellas. Desde el minuto 29, el festejo y la dedicatoria del gol conmovieron a las 75,784 almas presentes en Sídney. Al silbatazo final la deportividad tan característica del futbol femenil invadió la cancha y nuestros corazones.