No solo soy mundialista, también soy revolucionaria

”No solo soy mundialista, también soy revolucionaria”, apreciarlo marcó mi vida y les contaré porqué.

Nací en 1999 y a veces pensaba que me hubiera gustado nacer en 1998 para ser mundialista.

Un día navegando en la red, me encontré con la portada de una revista en la que estaba una jugadora quitándose la camiseta en medio de una celebración.

Era Brandi Chastain, quien celebraba así tras anotar el penal decisivo que le daba a Estados Unidos la Copa Mundial de 1999.

Fue uno de los momentos más revolucionarios en la historia de los mundiales, un hito. 

Ahí comprendí: “no solo soy mundialista, también soy revolucionaria”.

Brandi Chastain

Mi primer recuerdo mundialista

Tenía diez años cuando vi por primera vez un mundial de futbol, era Sudáfrica 2010.

En ese momento yo no sabía nada del deporte de las patadas pero bailaba el “Waka Waka” en la sala de la casa.

Recuerdo que pensaba que México había ganado el mundial porque en la televisión, en mi casa, en la escuela y en la calle, todos hablaban de la Selección Mexicana.

¿Cómo no creer que fueron campeones del mundo si se hablaba tanto de ellos? 

Al año siguiente se celebraba la Copa Mundial Femenina de Alemania 2011 y yo, ni idea tenía que existía un mundial en el que jugaran mujeres.

Me pregunto por qué nadie hablaba de la Selección Mexicana Femenil y de Mónica Ocampo, siendo la anotadora del mejor gol en la historia de los mundiales femeninos.

Un sábado de junio prendí la televisión: en el terreno de juego había once mexicanas de rojo y once inglesas de blanco, el marcador iba 2-0 a favor de Inglaterra, corría el 90+1′ y con el dorsal número 22, Fabiola Ibarra, anotaba para la Tricolor

Era la Copa Mundial Femenina de Canadá 2015

Así fue como a mis 15 años conocí el futbol femenil, ese fue el primer gol que vi de un mundial femenino y Fabiola fue mi primera referente. 

Mis inicios en el periodismo deportivo

A los 19 años comencé mi carrera en medios cubriendo al equipo de mi ciudad, el Atlético de San Luis, que al ascender a primera división debía tener un equipo femenil. 

Recuerdo que por mi mente y mi corazón no solo navegaba el deseo de cubrirlas, entendía que era mi responsabilidad contarle a la afición las historias de las protagonistas.  

Cuatro años después de ver por primera vez una Copa Mundial Femenina estaba cubriendo un partido de futbol femenil profesional: Atlético de San Luis contra las Rojinegras del Atlas.

El debut del primer equipo femenil profesional de mi ciudad, contra el club en el que jugaba Fabiola Ibarra, mi primera referente. 

Un mundial despierta la pasión de propios y extrañas, en el camino, las extrañas nos volvemos las más apasionadas, porque no fue algo que nos contaran, nos encontramos con ello y decidimos elegirlo.

Hoy veo desde la tribuna cada uno de los pases que he dado para llegar al gol.

Y me doy cuenta que esa hambre de lucha y libertad heredadas de Chastain, de ser revolucionaría y de contar lo que a mí nunca me contaron, me tienen aquí a mis veintitrés años, cubriendo la Copa Mundial Femenina de Australia y Nueva Zelanda 2023.